lunes, 16 de noviembre de 2009

Lo feo.



El enigma de la fealdad tú no lo has descifrado. Tú no sabes por qué el Señor dueño de los lirios del campo, consiente por los campos la culebra y el sapo en el pozo. Él los consiente. Él los deja atravesar sobre los musgos con rocío.

En lo feo, la materia está llorando; yo le he escuchado el gemido. Mírale el dolor, y ámalo. Ama la araña y los escarabajos por dolorosos, porque no tienen, como la rosa, una expresión de dicha. Ámalos porque son un anhelo engañado de hermosura, un deseo no oído de perfección. Son como algunos de tus días, malogrados y miserables a pesar de ti mismo. Ámalos, porque no recuerdan a Dios, ni nos evocan la cara amada.

Ten piedad de ellos que buscan terriblemente, con una tremenda ansia, la belleza que no trajeron. La araña ventruda, en su tela leve, sueña con la idealidad, y el escarabajo deja el rocío sobre un lomo negro para que le finja un resplandor fugitivo.

Gabriela Mistral.

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