viernes, 6 de noviembre de 2009

Otra vez Voltaire.


YO, VOLTAIRE, JURO QUE NO SOY UN GENIO.
El literato ha de vivir en un país libre o, si no, resignarse a ser un esclavo, temeroso siempre de que le acusen ante su amo otros esclavos envidiosos... En Francia solo espero persecuciones como recompensa; me doy cuenta de que sería víctima de cualquier calumniador. Por más que me escondiese en la oscuridad y no escribiera a nadie se me descubriría, y hasta mi empeño en ocultarme se consideraría sospechoso. Siempre tengo miedo y no se como defenderme de los golpes que cada día me asestan. Lo dije siempre: si mi padre o mi hermano o mi hijo fueran el primer ministro de estado despótico, mañana mismo me desterraría de él. (De la carta al conde de Argental. Cirey, 1 de marzo de 1737)

Algunos me consideran autor verdaderamente genial: no tengo ese talento, lo juro. Sólo escribo en prosa cuando me apremia hacerlo. En verso, jamás; y todos saben que no soy poeta. (De una carta al abad Nadal. París, 20 de marzo de 1725)

Trabajar de día y dormir de noche. Dos cosas sin las cuales no podría vivir. (De la carta a M. Thieriot. París, 24 de marzo de 1724)

Sólo me quedan dos cosas que hacer en la vida: una, arriesgarla con honor cuando me sea posible, y otra, acabar oscuramente en un retiro que se acomode a mi estilo de pensar, a mis desgracias y al conocimiento que de los hombres he adquirido. (De la carta a M. Thieriot, 12 de agosto de 1726)

Es duro verse encerrado en cuatro paredes por ejercer un arte sin el cual seríamos unos bárbaros. ( De una carta a Cramer)

Perdono a todos los hombres menos que sean perseguidores. Me agradría Calvino si no hubiera mandado a quemar a Miguel Servet; acataría el concilio de Constanza sin la hoguera de Juan Huss.(De la carta a M. Jacob Vernet, 14 de septiembre de 1733)

Dejé dos teatros llenos de intrigas: el de la Comédie-Francaise y el del mundo. Vivo dichoso en esta encantadora soledad. (De la carta a M. Thieriot. Cirey agosto 1735)

Voy a sumirme en el trabajo, que después de la amistad es el mayor consuelo.
(De la carta a M. de Cideville. Bruselas, 11 de julio 1741)

Estoy muy enfermo, pero ya me he acostumbrado a dolencias de cuerpo y alma: empiezo a sobrellevarlas con paciencia y hallo remedio para ellas en su amistad y en mi filosofía. (De la carta a M. Thieriot. Blois, enero 1723)

Estoy convaleciente de una enfermedad que, durante seis semanas, me ha maltratado el cuerpo y el alma. Dicen que vendrá en señor Pigalle a esculpir mi cara. Pero sería menester que yo tuviese cara, pues aun el lugar apenas se nota; tengo los ojos hundidos tres pulgadas, las mejillas como pergamino arrugado, pegado a unos huesos flacos; se me cayeron los pocos dientes que tenía... Nunca esculpieron a un infeliz en peor estado. (De una carta a Mme. Necker, 1770)

Si puedo, moriré riéndome. (De la carta a D´Alembert, 1766)

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